lunes, 10 de junio de 2013

La liturgia de la vida

Esta noche nos has llevado a este café que se llama Claro de Luna.
Esta noche, Tú estar allí, con nosotros, durante algunas horas.
Tú querías encontrarte a través de nuestra miserable apariencia, a través de nuestros ciegos ojos, a través de nuestros corazones no amantes, con toda esa gente que ha venido a matar el tiempo.
Y porque tus ojos se despiertas en nuestros ojos, porque tu corazón se abre en nuestro corazón, sentimos nuestro pobre amor expandirse en nosotros como una gran flor que se introduce en nosotros como en un inmenso y cálido refugio, por todas esas personas cuya vida aletea en nuestro entorno. Este café ya no es un lugar profano, este rincón de la tierra que parecía darte la espalda.
Sabemos que, por ti, nos hemos convertido en bisagra de carne, la bisagra de la gracia que le fuerza a girar sobre sí mismo y a oriéntese, a pesar suyo, en plena noche, hacia el Padre de la vida.
En nosotros, se opera el sacramento del amor. Nos adherimos a ti con todas las fuerzas de nuestra fe oscura, nos adherimos a ellos con la fuerza de un corazón que late por ti, te amamos, les amamos, para que una sola cosa se realice con todos nosotros.


En nosotros atrae todo hacia ti… Atrae al viejo pianista que olvida el lugar donde está y toca por el solo placer de tocar bien, a la violinista que nos desprecia y vende cada movimiento del arco, al guitarrista y al acordeonista que intérprete su música sin saber amarnos.
Atrae a este hombre triste que nos cuenta historias que él cree divertidas; atrae al bebedor que baja la escalera dando tumbos desde el primer piso. Atrae a esos seres desplomados, aislados detrás de la mesa y que están ahí simplemente por no estar fuera; atráeles en nosotros para que ellos te encuentren, tú, el único, que puede tener piedad.
Dilata nuestro corazón para que todos quepan en él, grábalos en nuestro corazón para que queden inscritos para siempre en él.
Dentro de unos instantes, nos llevarás hasta la plaza llena de barracas de feria; será media noche o todavía más tarde. Solamente quedarán sobre el empedrado aquellos que tienen la calle por hogar, aquellos que la calles es el taller.
Que las palpitaciones de tu corazón ahonden las nuestras más profundas que los adoquines, para que sus pasos tristes caminen sobre nuestro amor y que nuestro amor les impida hundirse más abajo en el espesor del mal. En torno a la plaza, quedan todos los mercaderes de ilusiones, mercaderes de falsos miedos y falsos deportes, de falsas acrobacias y falsas monstruosidades. Venderán sus falsos medios de matar el tedio verdadero, que hace que se reúnan todos los rostros sombríos.
Haznos exultar en tu verdad y les sonreír con una verdadera sonrisa de caridad. Más tarde, cogeremos el último metro, la gente dormirá. Sobre ellos llevarán marcado un misterio de pena y de pecado.
Sobre los bancos de las estaciones, casi desiertas, obreros mayores, cansados, sin fuerza, esperan a que los trenes se paren para trabajar en la reparación de las avenidas subterráneas.
Y nuestros corazones se irán agrandando sin cesar, cada vez más pesados por el peso de estos múltiples encuentros, cada vez más pesado por peso de tu amor, llenos de ti, poblados por nuestros hermanos los hombres.
Porque el mundo no siempre es obstáculo para orar por el mundo. Si algunos tienen que dejarlo para encontrarlo y elevarlo hacia el cielo, otros deben hundirse en él para alzarse, pero con él, al mismo cielo.
En lo profundo de los pecados del mundo, tú les das una cita, pegada al pecado, contigo, ellos viven un cielo anticipado que les atraer y les divide.
Mientras que tú continúas a visitar en ellos la sombría tierra, contigo ellos escalan hasta cielo.
Se entregan a una ascensión pesada metidos en el fango, abrasados por tu espíritu, adheridos a todos, adheridos a ti, llevados a respirar en la vida eterna como árboles con raíces bien profundas.

Madeleine Delbrêl 
1 Madeleine Delbrêl, nace el 24 octubre 1904 a Mussidan, en Dordogne, y muere el 13 octubre del año 1964 à Ivry-sur-Seine, dans le Val-de-Marne, Francia, es una mística cristiana, asistenta social, ensayista y poeta. Su causa está en proceso de beatificación. 

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